Rase-Putin tiene una mente tortuosa y cree que es James Band con su pequeño traje hecho a medida. El PATRIOCHKA está tan enojado que ya no puede distinguir la diferencia entre sus fantasías y la realidad, pero su camino está sembrado de cadáveres. Manipula a la opinión pública y ejecuta a sus opositores, habla de un judío-nazi (Zelensky) y envía a sus asesinos a eliminarlo, confunde ocupación con anexión y organiza elecciones falsas, bombardea a civiles para que adopten la nacionalidad rusa (olvidando que Ucrania libre fue la cuna de Rusia), masacra a 20.000 civiles ucranianos y persigue a 10 millones de ellos por las carreteras, oculta a la información la pérdida de 55.000 soldados rusos y más de 100.000 soldados discapacitados, empobrece a Occidente y mata de hambre al Tercer Mundo en desafío de millones de vidas, afirma encontrar armas termonucleares y químicas en Ucrania y nos amenaza directamente con la bomba atómica, practica la política de "tierra quemada" al retirar sus tropas de un país que lo detesta y lo denuncia por lo que es: un criminal de guerra y un terrorista.
Peor aún, sus soldados de opereta acampan en trincheras medio borrachos y drogados, sin comida ni paga para enviar a sus familias desamparadas. El sueño termina con la muerte alrededor y las primeras heridas. ¿Quién puede creer todavía a Rase-Putin? El potentado megalómano invierte la escala de valores en un discurso retórico unilateral, habla de agresión y de patria, juega a la vez a víctima y francotirador, justifica el genocidio por intereses superiores, evoca la "solución final" como último recurso, ya no sabe qué hacer para ocultar la derrota de sus ejércitos y sus mentiras del tamaño de un brazo. ¿No es Rase-Putin la mayor humillación del pueblo ruso?
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